Estamos viendo lo que ocurre en Gaza y Cisjordania, en Líbano y Iraq. ¿Cómo interpreta usted la situación actual en la zona árabe y cómo ve el futuro? ¿Existe una salida para esta situación ?
La zona árabe es un espacio en el que competen dos proyectos y variables relacionadas con ellos. Por desgracia, ninguno de los dos proyectos tiene nada que ver con la liberación árabe.
El primero y más peligroso de los dos, el de “absoluta prioridad” en la agenda de confrontación, es el viejo/nuevo proyecto sionista/imperialista. Se construye sobre la continuación de la dominación colonial y de las divisiones que ésta creó en la tierra árabe, con el resultado de la fragmentación en los actuales pseudo-Estados fabricados que no pueden llevar a cabo un verdadero proyecto de liberación
Las nuevas variables en la evolución del imperialismo son: 1) su unipolaridad, 2) su urgente necesidad de reestructurar la geografía geopolítica [A] que era relativamente estable en el periodo post-colonial y durante la guerra fría, y 3) sus intentos de inutilizar a poderes ascendentes, principalmente China, India y Europa.
La nueva norma política en la zona árabe es fragmentar y reestructurar las sociedades post-coloniales en unidades más pequeñas, de religiones sectarias, étnicas, clanes y familias. Los opresivos Estados árabes y sus regímenes patriarcales y tiranos han desempeñado un papel fundamental en la preparación del camino hacia la fragmentación destruyendo las estructuras sociales y civiles de los pueblos. Aquí podemos discernir claramente el extremadamente funcional papel desempeñado por los regímenes árabes como ayudantes en el contexto del imperialismo y sus agendas para hacerse con el control.
Además de los ejemplos de Iraq y Líbano, actualmente sumidos en el caos, un observador objetivo puede encontrar en muchos de los Estados árabes divisiones que están a punto de detonar. Sólo se necesita echar un vistazo a las potenciales contradicciones internas: en los Estados del Golfo y Yemen (basadas en sunníes contra chiís), en Syria (basadas en sunníes/alawis/durzis/kurdos), en Jordania (basadas en jordanos contra palestinos y las divisiones clan/familia), Egipto (musulmanes contra coptos) y en los Estados del Magreb (basadas en árabes contra amazigs [B]).
Vale la pena señalar que las zonas ya divididas por fragmentaciones internas y conflictos son aquellas en las que existe una resistencia organizada (Iraq, Líbano y Palestina). Esto indica claramente una dinámica de causa y efecto: una de las razones más importantes para generar y reproducir estructuras sociales fragmentadas es contener y eliminar el fenómeno de la resistencia, y evitar o controlar la emergencia de nuevos focos de resistencia.
El segundo proyecto principal en la zona árabe es el proyecto iraní. Su aspecto problemático es que no es un proyecto de liberación, sino que más bien se basa en una agenda de expansión con aspectos nacionalistas y sectarios. Aunque choca con Estados Unidos y su orientación imperialista, la lucha del régimen iraní contra el imperialismo se basa en beneficios y esferas de influencias, no está orientado a un apolítica de liberación. De este modo podemos entender mejor las contradicciones emergentes de la política iraní: el apoyo del régimen a las resistencias en Líbano y Palestina; el hecho de que facilitaran la invasión y ocupación estadounidense de Afganistán y su destructivo papel en Iraq apoyando las milicias y políticas sectarias que han causado la destrucción del país y la muerte de incontables iraquíes.
Por estas razones los árabes no pueden mirar hacia el proyecto iraní para su liberación y sólo pueden ser clientes y subordinados en caso de optar por el proyecto imperialista/sionista. Además, tampoco pueden aprovecharse de las poderosas contradicciones entre ambos proyectos, simplemente porque son más débiles que ellos dos. En esta ecuación geopolítica, un proyecto cimentado en la debilidad, por no hablar de uno que no existe, no puede enfrentarse a poderosos proyectos regionales y globales.
La única perspectiva para el futuro es una perspectiva orientada a la resistencia, con todas las dimensiones que implica este concepto. La resistencia como agenda primordial es el único mecanismo capaz de empujar a una regeneración y una toma de poder colectivos. Incluso si algunas partes de la resistencia adoptan un aspecto y alcance sectario, nunca resultarán victoriosas a menos que pueda eliminar este sectarismo, ya que es el principal obstáculo que se encuentra en su camino. La superación del sectarismo dentro del programa de resistencia es la clave para el futuro.
La resistencia en la zona árabe se basa en tres espacios de lucha. Estas tres resistencias cargan con el peso de transformar el status quo. Los sionistas fueron derrotados dos veces en Líbano (2000 y 2006); el poderío militar de Washington y su credibilidad están siendo aplastados en Iraq, tanto que muchos analistas y politicos estadounidenses están hablando abiertamente de retirada. En Palestina la división y fragmentación de la resistencia y la brutal opresión por parte de los sionistas mantiene y reproduce una trágica situación que representa el sombrío escenario futuro.
Sólo bajo las siguientes condiciones el proyecto de liberación árabe puede experimentar un renacimiento:
Que los grupos de la resistencia iraquí consigan formar un verdadero frente de coalición nacional con una agenda estratégica colectiva. Este frente debería formular una visión práctica para una transición post-ocupación (un gobierno de transformación que responda a un consejo ejecutivo que represente a todos los grupos anti-ocupación, además de a las diferentes estructuras sociales, y que fije una fecha para elecciones generales). La estrategia debe enfrentarse necesariamente a la principal razón de derrota: el sectarismo y el estatismo post-colonial (el confinamiento del esfuerzo de liberación dentro de los límites del prefabricado Estado post-colonial, donde será objetivamente enterrado. Un impactante ejemplo reciente de ello es Hamas en Gaza).
Que la resistencia libanesa encarnada en Hizbola demuestre ser capaz de transformarse en un movimiento de liberación nacional supra-sectario y vaya mucho más allá del torbellino del sectarismo en el que ha sido atrapado por sus oponentes desde la victoria de 2006 y que impide que Hizbola pase a cosechar las ganancias políticas de aquella victoria sobre Estados Unidos y el imperialismo israelí.
Que la resistencia palestina llegue a comprender las lecciones de Fatah y Hamas: principalmente que la llamada Autoridad Nacional Palestina no es en absoluto una autoridad y que nunca podrá ser "nacional" mientras esté bajo la influencia de los ocupantes sionistas y sus agendas de dominar completamente Palestina, hasta en las cuestiones más triviales. Mientras sus bases se cimenten sobre los acuerdos de Oslo que significan inequívocamente el reconocimiento de la ocupación sionista y de la entidad estatal, se encuentra en grave peligro su intento de hegemonía sobre cualquier proceso político, económico o de seguridad en los truncados "territorios palestinos". En realidad la AP es la autopista que conduce a la subordinación efectiva al centro sionista y a sus estrategias de control. Si los palestinos lo comprenden serán capaces de pasar a concebir un programa estratégico que se niegue a reconocer la legitimidad de la entidad sionista o esté dominada por ella. Entonces la lucha volvería a su incubadora panárabe en vez del horizonte post-colonial que lleva inevitablemente a otro "Madrid" u "Oslo". El panarabismo más allá de los falsos Estados existentes es la matriz para la resistencia efectiva en Palestina y en toda la zona.
Si no se cumplen estas condiciones previas, es muy posible que veamos cómo se generaliza el actual escenario palestino (estructuras fragmentadas y desintegradas completamente bajo el control de los ocupantes, incluso sin ocupación directa) a todas las primeras líneas de frente (Iraq, Líbano, Palestina), seguido de transformaciones similares de desunión en otros Estados árabes.
As'ad al-Azzouni
En una reciente entrevista concedida al diario qatarí al-Raya , el activista y escritor marxista jordano Hisham Bustani analiza varias cuestiones de actualidad en la región árabe.