La religión en el Imperio Otomano
En el imperio otomano, la representación de la divinidad y de su profeta Mahoma recaía en la persona del sultán-califa. Pero este delegaba en el Gran Muftí, residente en Estambul, la jefatura de la religión islámica. El nombramiento del Gran Muftí lo hacia el sultán, escogiendo de ordinario al ministro de justicia o cadilesker de Asia. El candidato propuesto para esta dignidad debía unir al perfecto conocimiento de las leyes una conducta irreprochable. El gran Muftí era el encargado de distribuir las limosnas, de supervisar la beneficencia, dirigir los rezos de las mezquitas (alternando entre las de la capital) y pronunciar sentencias cuando era requerido para ello. Del muftí dependían los ulemas o efendis; dedicados al servicio religioso de las mezquitas y al estudio, enseñanza y aplicación de la Ley.
Cortesia
Cada ciudad tenia su muftí
Que presidía el cuerpo de ulemas o doctores en teología, quienes tenían el privilegio de interpretar los textos sagrados, y eran competentes en materia de religión, justicia y gobierno. Al muftí seguían en el orden jerárquico: el imán, que dirigía la plegaria ritual del viernes, el jatib predicador del viernes, los gayyims o bedeles, y los almuédanos o pregoneros públicos. Muftíes e imanes disfrutaban de una pensión estatal que les permitía vivir con dignidad. Existían así mismo varias clases de derviches o monjes, que Vivian en comunidades o vagaban de un lugar a otro y se distinguían por la austeridad y mortificaciones.
Las mezquitas del imperio
Las mezquitas del imperio
Eran numerosas. Y algunas muy ricas y hermoseadas con mármoles y lámparas de oro, pero sin cuadros ni imágenes. Cada mezquita cobraba las rentas de sus tierras, asignadas por el Estado o por los fundadores, y el importe de las mismas servia para pagar las pensiones señaladas a los ulemas, para el entretenimiento del culto, para los gastos de conservación de los edificios y para beneficencia. Las fiestas mas importantes del año eran las de la “primera pascua” (Gran Bairam) que seguía al mes del Ramadán, y las de la “segunda pascua”(Bairam) que se celebraba unos setenta dias después de la primera. Una y otra invitaban a los fieles islamitas al descanso y regocijo durante tres dias, y, en ellas, amigos y parientes se obsequiaban mutuamente.
El Gran Muftí o Xeij al-Islam
Hasta 1924, tenia su residencia oficial en Estambul, desde esta fecha paso a Jerusalén, reconociéndosele una gran autoridad. Emin al-Hussainí, Gran Muftí de Jerusalén hasta 1949, fue muy popular.