Los Drusos.
Los califas fatimíes acentuaron hasta tal punto el papel del imam, que llegaron a considerarse “signos fulgentes” de Alláh. El califa Al-Hakim (996-1020), yendo mas lejos aun en esta interpretación, se presentó como encarnación definitiva de la divinidad, dando con ello origen al drusismo. Dejo crecer sus cabellos, vistió un hábito de lana y se mostró en público cabalgando en un asno. En todos estos signos externos vieron sus seguidores un profundo simbolismo. Uno de ellos, ad-Darazi, familiar de Al-Hakim, fue quien dio su nombre popular ala secta, no obstante haber sido condenado a muerte por los propios sectarios a causa de haber intentado suplantar a Hamza ibn Alí, portavoz oficial de Al-Hakim. El truismo debe su sistematización a Hamza. Es, en el fondo, un ismailismo extremista y audaz, que se ha mantenido independiente hasta nuestros dias en el sur del Líbano; que sigue el sistema de admisión por iniciación y que practica la ayuda mutua entre sus miembros. Estos se dividen en dos categorías: “espirituales” o iniciados en el misterio y “corporales” o profanos no iniciados.