La Mezquita
El templo islámico o mezquita fue en los primeros tiempos un simple patio rectangular, a cielo abierto, cercado por un vallado de cañas o por cuatro paredes de arcilla. Pronto se le añadió una especie de techo periférico de hojas de palmera y barro, que mas tarde se convertiría en un patio porticado. Un púlpito de madera (mimbar), más o menos sencillo, constituía todo el mobiliario.
En sus conquistas, los árabes entraron en contacto con pueblos de gran técnica arquitectónica y asimilaron elementos distintos (romanos, sirios, bizantinos, persas, hindúes, egipcios, etc), que les permitieron crear sus obras de arte. Con el tiempo se convirtió la mezquita en edificio cubierto, con nicho de base semicircular o capilla (mihrab) en una de sus paredes para dar a conocer la dirección en que debían dirigirse las oraciones, con la fuente para ablusaciones y con el minarete o torre para que el almuédano pudiera anunciar a los creyentes las horas del rezo. El miharb pasó a ser el lugar mas respetado del templo, y el patio, se conservo en general, a modo de antesala. Las filigranas decorativas, inscripciones coránicas, cúpulas y columnas, cortinas, lámparas y esteras fueron los únicos adornos. El santuario de la Meca y la mezquita de Mahoma en Medina, sirvieron de modelos iniciales, pero luego se adaptaron tradiciones de los países conquistados, se aprovecharon templos de otras religiones o elementos de los mismos, y las mezquitas pasaron a ser edificios grandiosos, bellos y decorativos.
El culto
El viernes de cada semana, día santo de los islamitas, es el destinado a la oración solemne en la mezquita, presidida por el propio califa en persona, en el califato, por el imam o por algún creyente notable. La santificación del viernes no lleva implícita para los Musulmanes la obligación del descanso o cese en las actividades cotidianas, sino únicamente la asistencia al rezo en común del mediodía, precedido del sermón (la jutba) en lengua árabe, que predica un imán (jatib) desde lo alto del mimbar, o púlpito. Para que pueda celebrarse esta oración pública es precisa la asistencia de cuarenta fieles o más. En ella se pronuncian invocaciones pidiendo a allah que bendiga al soberano, a los príncipes y musulmanes todos, y que confunda a los enemigos, infieles e incrédulos.
No existe, propiamente, un sacerdocio islámico y el islamismo carece de liturgia. Tan solo los Sufies, a quienes nos referimos mas adelante, organizan ceremonias que incluyen el rezo de letanías, cantos y danzas, pero estas no son comunes a todos los Sufies, sino exclusivas de cada comunidad. Los almuédanos o servidores de las mezquitas no precisan de formación especial con tal que conozca la lengua árabe. La enseñanza del árabe comienza todavía con la lectura y recitación de memoria del coran, lo cual implica un conocimiento directo del libro sagrado por parte de todos los jóvenes islamitas cultos. Como es fácil suponer, estas prácticas se hallan enraizadas en la antigua tradición de la época omeya y pueden considerarse plenamente tradicionales.