En realidad, Dios ha dado al hombre, además de la conciencia perceptora, la conciencia racional, estética y ética. Es esta conciencia que guía al hombre con respecto a las realidades que no pueden verificarse a través de los datos que perciben nuestros sentidos. Por eso todos los profetas de Dios, mientras llamaban a las personas para creer en Dios y la
vida eterna, han activado los aspectos estéticos, morales y racionales del hombre. Por ejemplo, cuando los idólatras de La Meca negaron la posibilidad de la vida después de la muerte, el Corán expuso la debilidad de su posición presentando argumentos lógicos y racionales:
“¡Y [ahora argumenta acerca de Nosotros!, y piensa de Nosotros en términos de comparación ¡Olvidándose de cómo él mismo fue creado! [Y así] dice: “¿Quién dará vida a unos huesos convertidos en polvo?” Di: “Aquel que los creó por vez primera les dará vida [de nuevo], ya que Él conoce bien cada [aspecto de la] creación: Aquel que del árbol verde produce para vosotros fuego, pues, ¡he ahí! que encendéis [vuestros fuegos] con él. ¿No es, acaso, Aquel que ha creado los cielos y la tierra capaz de crear [de nuevo] algo como esos [que han muerto]?” (Corán 36:78-81)
En otra ocasión, el Corán dice muy claramente que los incrédulos no tienen ninguna base legítima para su rechazo de la creencia en la vida después de la muerte. La cual han basado en la pura conjetura irracional: “Y no obstante dicen: “No hay nada después de esta vida nuestra. Morimos como hemos nacido, y sólo el tiempo nos destruye. Pero de esto no poseen el menor conocimiento: no hacen sino conjeturar. Y [así,] cuando les son transmitidos Nuestros mensajes con toda su claridad, su único argumento es: “¡Traed [por testigos] a nuestros antepasados, si es verdad lo que decís!” (Corán 45:24-25)
Por iiie.net
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