Desde 1949 han proseguido los conflictos entre israelíes contra palestinos y países árabes. En 1967 tuvo lugar una nueva guerra, en la que los judíos lograron ganar mas territorios, esta vez sobre Egipto. El poderío militar israelí demostró nuevamente su superioridad sobre los ejércitos árabes. Los territorios ocupados por los judios fueron prontamente colonizados, mientras las poblaciones árabes fueron obligadas a desplazarse.
Las constantes humillaciones sufridas por los países árabes y por la comunidad palestina, no han hecho mas que agravar el conflicto. Se ha formado un circulo vicioso de desconfianza mutua e intransigencia del que no es fácil salir. La comunidad internacional ha propuesto arreglos negociados para llegar a la pez, pero ninguna solución satisface completamente a las partes.
A partir de 1967, con la nueva derrota de Egipto, el conflicto se convirtió en una guerra interior que opone al Estado de Israel contra la Organización por la Liberación Palestina (OLP), una organización guerrillera que fue dirigida por Yasser Arafat. La guerra con esto se ha vuelto continua e irregular. Además en ella han intervenido grupos radicales tanto judíos como árabes, que han propiciado acciones terroristas para frenar las negociaciones cuando sienten que los acuerdos no satisfacen a sus ideas de exterminio absoluto del enemigo.
La “guerra santa” o “yi-had”
Cada vez que un arabe utiliza explosivos para suicidarse y, de paso, causar estragos a su alrededor, busca dejar constancia de la determinación palestina a no cesar en la lucha hasta conseguir su objetivo. Por su parte, las fuerzas israelíes, mejor equipadas militarmente, responden a tales hechos con ataques a los lideres espirituales o políticos de los palestinos. Estos ataques generan, a su vez, una respuesta inmediata de los árabes que llaman a la “guerra santa” o “yi-had” para que su población vengue las muertes.
Cortesia de Norma