MUTACIONES HISTÓRICAS DEL ISLAM
Aunque es cierto que en el Islam clásico no hay distinciones teológicas entre religión y política, también es cierto, como reconocen muchos expertos en el tema, que hay corrientes y facciones islámicas que han asimilado ideologías políticas de origen occidental en un esfuerzo por dinamizar proyectos expansionistas o de reivindicación étnico-religiosa.
Esto hace necesario matizar los enfoques. De esta manera se puede decir que existen formas de Islam peculiarmente politizadas, en especial en la rama chiita. Ruthven propone utilizar el término islamismo para referirse a este tipo de movimientos modernos y así distinguirlos del Islam clásico. Asimismo, deplora que se denomine fundamentalismo al Islam politizado.
FUNDAMENTALISMO
Etimológicamente el término fundamentalismo no es sino la creencia en y/o la práctica de una serie de textos o principios rectores básicos (fundamentales, del latín, fundamentum). En este sentido general cualquier persona o grupo que se suscribe a textos o presuposiciones básicas es fundamentalista; lo mismo textos religiosos que dogmas ideológicos. Esto puede describir lo mismo a un bautista que a un neoliberal dogmático, a un marxista ortodoxo, o a un lacaniano. Sin embargo, la palabra fundamentalista, como se ha explicado en el prefacio, ha adquirido ya una carga semántica adicional. Evoca, en el imaginario popular e intelectual, ideas que van de la intransigencia al fanatismo. El sociólogo Daniel Alexander ha señalado que las palabras fundamentalismo e integrismo son originalmente términos para referirse a realidades religiosas occidentales y cuestiona que se utilicen como sinónimos. Más cuestionable es, por supuesto, su aplicación a grupos islámicos, extremistas o no.
Pero es un hecho irreversible que estos términos ya se han popularizado demasiado para calificar a millones de árabes pacíficos y a grupos extremistas por igual. Por ello, Ruthven prefiere hacer diferencia entre Islam politizado con fines expansionistas y el practicante musulmán promedio que se apega con devoción a sus valores religiosos. Esta distinción crítica es importante para evitar generalizaciones. No se puede utilizar un mismo adjetivo para calificar a quien en Argelia degüella a los habitantes de aldeas enteras, sin respetar mujeres ni niños, por no unirse a un movimiento armado islámico, que a una pacífica familia turca que, basada en el Corán, cree con convicción en la primacía del matrimonio, la familia patriarcal y se viste a la usanza de sus antecesores.
La filóloga Montserrat Abumalham, del Instituto de Ciencias Religiosas de la Universidad Complutense de Madrid, ha señalado la percepción de muchos de estos últimos musulmanes “fundamentalistas” cuando emigran a países europeos al ser estigmatizados por su manera de vivir distinta a la de Occidente. Un ejemplo ilustrativo que menciona Montserrat, es el uso del velo en las mujeres. Esa costumbre tiene un valor y significado importante en las sociedades árabes, pero la cultura dominante en Europa suele verla con cierta crítica. Montserrat menciona como contraste que en Francia las monjas católicas utilizan una forma de velo como parte de su atuendo y no suelen ser criticadas por ello. Este tipo de dobles estándares se interpreta por los musulmanes como una presión social para amoldarse a la cultura “cristiana” europea y refuerza la percepción de que Occidente tiene como meta colonizar conciencias y arrasar valores que no son los propios. De acuerdo con Montserrat, el inmigrante árabe promedio en Europa no hace distinción entre sociedad secular y religiosa. Asume que habita en medio de una cultura cristiana por más posmoderna o secular que ésta sea.