El Propósito y Beneficio de la Adoración
Dios no necesita nuestra adoración. La adoración ha sido legislada en el Islam y otras religiones previas para el beneficio del ser humano, tanto a nivel individual como social. La adoración es esencial para el crecimiento de la espiritualidad en la vida del ser humano. La adoración formal enseña al individuo a amar a su creador y a desarrollar conciencia de Dios. Dios dice:
“¡Oh, humanos! Adorad a vuestro Señor Quien os creó a vosotros y a quienes os precedieron, para que así seáis piadosos.” (Corán 2:21). Dios también le dijo a Moisés: “Adórame, pues, y haz la oración para tenerme presente en tu corazón.”(Corán 20:14)
Los actos de adoración sirven como un medio para recordar a Dios y mantener la relación con él. Los musulmanes rezamos como mínimo cinco veces al día para mantener esta relación. Cuando uno suplica, implora, adora a Dios, recita versículos del Corán, (el cual también recibe el nombre de “El recuerdo”[
1]), junto a otras formas de adoración a lo largo del día, va adquiriendo la conciencia de que la Omnipotencia y Omnisciencia de Dios se encuentra con él todo el tiempo.
La adoración crea un fuerte sentido en los musulmanes para remover el mal de sí mismos y de la comunidad, y para establecer la palabra de Dios en el mundo. Dios dice en el Corán:
“y haz la oración, que ciertamente la oración preserva de cometer actos inmorales y reprobables.” (Corán 29:45)
Cuando una persona pasa su día realizando actos específicos de adoración, está constantemente recordando el propósito y objetivo de la vida, y esto le ayuda a llevar una vida de acuerdo a la complacencia de Dios, haciendo lo que a Él le place y evitando lo que no. Uno puede ver claramente el impacto que la adoración tiene en un sentido colectivo. La sociedad es una conglomeración de individuos, y cuando los individuos son espiritual y moralmente honrados, la sociedad también lo es. La sociedad en su conjunto sentirá que Dios está siempre observándolos; una sociedad cuya característica principal sea la bondad, y donde el pecado y los vicios sean confinados, apartados o limitados.
Aunque para el Occidente acostumbrado al libertinaje pueda parecer que la adoración y la obediencia a Dios es similar a la prisión y esclavitud, la adoración y el servicio a Dios en realidad libera a los seres humanos de todo tipo de subyugación humana. Una persona se libera de las cadenas de la sociedad y los parientes, para complacer a su Único y Verdadero Señor. Esta es la verdadera libertad que trae consigo seguridad y satisfacción. El servicio a Dios esa verdadera fuente de libertad.
Footnotes:
[1] Esto se puede encontrar en muchos versículos, como 15:9, 36:11, y otros.