La adoración se divide en dos clases:
1) Creencias específicas, sentimientos y actos visibles de devoción dedicados a Dios, que Él haya ordenado.
2) Todos los demás actos de bondad que el Islam alienta al musulmán a practicar en su vida.
Devoción a Dios. Esta faceta de la adoración significa cumplir con ciertas obras que Dios ha ordenado, ya sea que estén relacionadas con el ser interior o el cuerpo. En esta faceta de la adoración el musulmán no se limita sólo a seguir Sus mandamientos, sino que también incluye dejar de lado aquellas cosas que Él ha prohibido.
Esta clase de adoración, puede definirse como cualquier creencia, sentimiento o acción que se realiza por considerarlo un acto de obediencia a Dios. En este sentido, la adoración también puede ser llamada “servicio a Dios”, pues hacer lo que Dios manda y evitar lo que él prohíbe, es exactamente eso.
Todos los seres creados son siervos de Dios, les agrade o no, ya que están sujetos a las leyes que Él ha impuesto a Su creación: “Todos los que habitan en los cielos y en la Tierra se presentarán sumisos ante el Clemente.” (Corán 19:93)
“¿Acaso desean una religión diferente a la de Dios, siendo que quienes están en los cielos y en la Tierra se someten a Él voluntariamente o por la fuerza? Y ante Él comparecerán.” (Corán 3:83)
Pero la adoración se diferencia del servicio en que debe ser acompañada con amor, respeto y veneración. Ningún acto de obediencia o servicio es considerado adoración a menos que sea acompañado de estos sentimientos; se debe amar lo que se hace, amar, respetar y venerar a quien se está obedeciendo. Por eso, al discutir este asunto, se debe enfatizar que la adoración es un derecho que se le debe atribuir sólo a Dios.
El Islam observa el estricto monoteísmo y no tolera que ningún acto de veneración sea dirigido a otro que no sea Dios. Es solamente Dios quien merece nuestra obediencia y nuestro amor devocional. Cualquier acto de veneración dedicado a otras deidades aparte de Dios, sean semidioses, profetas, Ángeles, santos o mártires, o sus reliquias, estatuas o retratos, se considera una violación del monoteísmo, y quien lo comete abandona el Islam. Aunque alguien pudiera justificar la veneración de los santos debido a su devoción a Dios, o sus reliquias como recuerdo de ellos, el Islam no diferencia entre la adoración directa e indirecta, o subordinada y primordial. Toda adoración o actos de veneración, homenaje y obediencia deben ser ofrecidos solamente a Dios.