
Mahmud Ahmadinayah fue el alcalde de Teherán desde 2003 a 2005. Ese año se impuso al ex presidente y clérigo, Hachemi Rafsayani, en las elecciones legislativas en 2005. Se convirtió así en el primer presidente secular de la República Islámica, lo que para los ajenos a la estructura del poder de Irán pudo interpretarse como una esperanza hacia el aperturismo.Ahmadineyah, ingeniero de profesión, proviene del sector más ultraconservador de la élite iraní, protegido por el Guía Supremo de la Revolución, el ayatola Jamenei. Esa circunstancia fue decisiva para su elección, habida cuenta de la naturaleza pseudodemocrática de la República Islámica en la que los candidatos presidenciales están supeditados a la decisión del líder supremo y no son elegidos directamente por el pueblo.En cualquier caso, junto a los eslóganes populistas (se presentó como el candidato de los desheredados), el actual presidente sembró su campaña de frases lapidarias que venían a confirmar su alineación con la línea más dura del estalishment iraní. "No hicimos la Revolución para instaurar la democracia" dijo el dirigente fundamentalista, que en 2005 generó la condena de Occidente con su propuesta de "hacer desaparecer a Israel de la faz de la tierra". Mahmud Ahmadinayah fue el alcalde de Teherán desde 2003 a 2005. Ese año se impuso al ex presidente y clérigo, Hachemi Rafsayani, en las elecciones legislativas en 2005. Se convirtió así en el primer presidente secular de la República Islámica, lo que para los ajenos a la estructura del poder de Irán pudo interpretarse como una esperanza hacia el aperturismo.Ahmadineyah, ingeniero de profesión, proviene del sector más ultraconservador de la élite iraní, protegido por el Guía Supremo de la Revolución, el ayatola Jamenei. Esa circunstancia fue decisiva para su elección, habida cuenta de la naturaleza pseudodemocrática de la República Islámica en la que los candidatos presidenciales están supeditados a la decisión del líder supremo y no son elegidos directamente por el pueblo.En cualquier caso, junto a los eslóganes populistas (se presentó como el candidato de los desheredados), el actual presidente sembró su campaña de frases lapidarias que venían a confirmar su alineación con la línea más dura del estalishment iraní. "No hicimos la Revolución para instaurar la democracia" dijo el dirigente fundamentalista, que en 2005 generó la condena de Occidente con su propuesta de "hacer desaparecer a Israel de la faz de la tierra".