"El corazón de Al-Qaeda es la propuesta y proyecto teológico que comienza a catalizar tendencias radicales operantes desde hace varias décadas en países como Indonesia, y el mismo Afganistán, y contra las que los gobiernos seculares de Argelia y Egipto han librado una guerra sin cuartel desde antes del asesinato de Anwar El-Sadat.
Hay más datos que se deben tener en cuenta al considerar la naturaleza religiosa del ataque del 11 de septiembre. Uno bastante conspicuo es lo que los documentos y datos biográficos existentes revelan acerca de los 19 integrantes que secuestraron los aviones para el atentado. No es tanto el asunto de las nacionalidades lo que llama la atención, sino el papel central que jugaron las creencias para consumar el hecho. La carta hallada en las pertenencias del líder de la operación, Mohammed Atta, y de otros tres secuestradores, es una pieza central de información. La fe, la creencia en la eternidad y las recompensas divinas son el hilo conductor que el autor de la misiva que instruye a los pilotos suicidas utiliza desde el inicio hasta el fin. En ese proceso provee inspiración, guía y consuelo, paso por paso, con rezos, versículos coránicos, y jaculatorias. Desde qué pensar a la hora de levantarse hasta qué frase se debía decir antes de que los aviones estallaran en llamas los integrantes de Al-Qaeda. He aquí un ejemplo:
Recuérdale a tu alma que escuche y obedezca… domestica tu alma, purifícala, hazla entender e incítala. Dios, dijo: Obedece a Dios y a Su mensajero.
Dios dijo: herid arriba del cuello (…) Sabed que los jardines del Paraíso están esperando, en toda su belleza, y las mujeres del Paraíso están esperando, llamando: ven aquí amigo de Dios22.
22 Carta a Mohammed Atta. Departamento de Justicia de los Estados Unidos. Texto con instrucciones finales encontrada en las pertenencias de tres secuestradores suicidas. Septiembre de 2001. Documento público.
El factor fe, la creencia en intervenciones milagrosas en una lucha entre el bien y el mal, es la atmósfera en que se desenvuelve la tragedia del 11 de septiembre mientras va dejando un rastro de interrogantes que requieren respuestas. El éxito del atentado en Nueva York —la caída de las torres gemelas—, mayor al resultado anticipado por Al-Qaeda, es interpretado en un video atribuido a Osama, como un milagro. Osama no está solo, esa postura tuvo eco en las declaraciones de clérigos musulmanes paquistaníes y afganos.
Asimismo, sabemos ahora que en el círculo de Al-Qaeda se habló de sueños, como revelaciones divinas acerca del suceso.
El cúmulo de evidencias es de tal magnitud y calidad, que pretender entender el 11 de septiembre, soslayando o minimizando el aspecto religioso, no es posible. Sin Osama bin Laden, el converso, el caudillo místico, y sin los fieles discípulos que se autoinmolan con la promesa de un paraíso, no hay 11 de septiembre. Si las afrentas culturales, si la lucha contra la pobreza e injusticia son las grandes causas que quieren revindicar los integrantes de Al-Qaeda, ¿por qué no hay una sola frase en las cartas a Mohamed Atta y sus compañeros que las mencione? Hubiesen sido ciertamente motivantes cruciales para alentar a los terroristas en la hora final. Se puede contraargumentar que la agenda es realmente revindicar aquellas causas y que la religión es sólo un parapeto, o a lo más, un instrumento. Pero eso es precisamente el punto que se tendría que demostrar.
Dictaminar a priori que pobreza, inequidad, y la política en Medio Oriente es lo que motiva a Osama y a quienes se suicidaron el 11 de septiembre, es argumentar contra la evidencia que existe. Pontificar que aunque actuaron impulsados por un motivo religioso, los problemas de fondo que crean ese tipo de religiosidad son realmente socio-políticos, es partir de los paradigmas dominantes sociológicos de origen occidental, y cerrar de inicio la posibilidad de explorar a fondo el tema."