Sus creencias en un polidemonismo o pluralidad de espíritus protectores que residen en el agua, los bosques y las piedras están enraizadas en el viejo panteón de los antiguos semitas. En especial, las piedras eran objeto de veneración. En la ciudad de la Meca existía desde muy antiguo un santuario que centraba las peregrinaciones de los beduinos. Este santuario de planta rectangular, con un gran patio central a cielo abierto, había ido recogiendo, con el tiempo, los ídolos de muchas tribus y familias. Convirtiendo de en el panteón preislamico por excelencia. De todos estos ídolos, el mas importante era una piedra basáltica negra, talvez un aerolito, que constituía el gran fetiche de los joraichitas, a la que algunos identifican con Uval, la divinidad principal.