En los inicios del islamismo, la relación entre los nómadas y los habitantes de las ciudades era mas intima, dependiendo ambos sectores uno del otro, para servicios y productos esenciales.
Siempre hubo divergencias entre el beduino meridional y el septentrional. Los del sur visten de manera diferente y en sus migraciones no viven en tiendas, sino que cuelgan una especie de sombrilla de un árbol o se trasladan de una a otra cueva o establecen campamentos de montaña.
El beduino del norte cabalga sobre sus camellos ensillados, en tanto que los meridionales montan sin silla y mucho mas hacia atrás. Se cree que los árboles del norte adoptaron la silla para usarla en la guerra contra sus vecinos mas poderosos, ya que permite llevar montado detrás a otro guerrero.
La aristocracia del desierto estaba constituida por las tribus que criaban camellos. Las tribus que criaban corderos eran considerados de mas baja extracción social, pero a medida que se socavaba la existencia nómada, iban desapareciendo las desventajas sociales, que ahora son casi inexistentes.
Los beduinos, individual o colectivamente, se han adherido siempre a personajes o a grupos importantes con el fin de obtener protección; las tribus que criaban corderos se les consideraba. Como clientes pero no se les concedían los mismos derechos ni la misma protección que gozaban los beduinos.
La base económica de la existencia nómada se halla en la utilización de recursos difíciles de explotar. Numerosos eruditos creen que no eran los elementos mas débiles de la tribu a los que se expulsaba de los oasis y de las zonas fértiles, sino que, mas bien, eran los mas fuertes los que se iban voluntariamente al desierto hostil "
Bianchi. Jorge N., El Reino de Arabia Saudita. Stancey Internacional.
1979. Londres, p. 40-41.