La península de Arabia
La península de Arabia, situada al extremo suroccidental de Asia, presenta un paisaje de dunas y arena, dominado por un clima caluroso y seco. Estas condiciones naturales inhóspitas condicionaron la vida de los nómadas que pastoreaban sus pequeños rebaños y se refugiaban en tiendas que amaban en la inmensidad del desierto.
El Islam tuvo como escenario la península Arábiga, que se caracteriza por el paisaje árido y un suelo formado por enormes dunas de arena y roca. Es interesante saber como ha influido el medio natural inhóspito del desierto en el modo de vida de los pueblos árabes y las transformaciones que se han dado en el territorio a partir de la segunda mitad del siglo XX, cuando se inicio la explotación petrolera.
Arabia Saudita, situada en la península Arábiga, al extremo suroccidental de Asia, fue el centro de creación y consolidadicion del Islam. Las ciudades de mayor trascendencia histórico – religiosa son
Desde el siglo VII, lazos muy fuertes unieron a los pueblos musulmanes. Los factores de unidad fueron la religión y la lengua árabe. El idioma árabe se empleo en la literatura, en la oración y sobre todo en la lectura del libro sagrado del Corán cuya tradición estaba prohibida.
Arabia Saudita se caracteriza por la aridez: enormes desiertos de roca y arena dominan el paisaje, interrumpido únicamente por las manchas verdes de los oasis y wadis. Las palmeras datileras que crecen cerca de las fuentes de agua, no solo ofrecen frutos; su fibroso tronco proporciona madera para la construcción de viviendas, utensilios domésticos y leña. también se emplean los troncos, vaciados como conductos para irrigación, mientras que de las ramas se sacan fibras para cestería y cuerdas. Las semillas de los dátiles se muelen y sirven de alimento a los animales.
En los wadis el agua se extra por medio del sistema tradicional de foggara, consistente en excavar la tierra hasta encontrar el agua subterránea. En los oasis pequeños, las casas construidas con materiales como arcilla y piedra, forman una unidad con el paisaje por el color rojizo de sus materiales. A menudo, las casas están rodeadas por cultivos de cereales y por animales domésticos, como cabras, caballos, camellos, ovejas y vacas. En los oasis grandes las ciudades están rodeadas de fortificaciones. Ejemplo de ellas son: Medina y
Las inhóspitas condiciones naturales
Las tribus árabes tuvieron que adaptarse a las inhóspitas condiciones naturales de su entorno, ya que las fuentes de agua dulce se encuentran separadas entre si por muchos kilómetros; por tal razón los pastores nómadas solían recorrer grandes distancias con sus rebaños. En muchos casos, los oasis eran propiedad de los nómadas, quienes tenían esclavos que se ocupaban de construir las foggaras y cuidar los animales domésticos.
Por seguridad los nómadas se desplazaban siempre en grupo, pues el bandolerismo y el pillaje eran empresas que se consideraban honorables. Durante la noche que es muy fría en el desierto, porque no hay nubes que guarden el calor que el sol irradia en el día, las caravanas se protegían en viviendas portátiles llamadas tiendas se armaban sobre una estructura de madera sobre la cual se extendían esteras tejidas o pieles de camello. El diseño de las tiendas actuales no difiere mucho del de las del siglo VI.
subsuelo.
La evolución del paisaje de arabia ha sido notable en el presente siglo, debido a la exploración y explotación del petróleo. Anteriormente las tribus solo practicaban actividades pastoriles o establecían pequeños cultivos. Ahora, el petróleo ha generado riqueza y ha transformado el modo de vida de la población, que oscila entre lo tradicional y lo moderno.
Los centros urbanos actuales tienen barrios viejos que se caracterizan por sus construcciones de adobe, calles sinuosas y angostas, protegidas del sol por los aleros de las casas; los barrios nuevos son similares a los de las ciudades europeas, con edificios de apartamentos, amplias avenidas y parques.
Por otra parte, el desarrollo de la tecnología para desalinizar el agua del mar y la construcción de acueductos para transportar el agua desde los oasis hasta algunas zonas lejanas, han permitido que en pleno desierto, mediante riego artificial, se cultiven cereales, frutales, hortalizas y legumbres.