Las enseñanzas del Profeta r durante el sermón[1]
– Cuando el Profeta r daba un sermón sus ojos solían enrojecerse y su voz se hacía más fuerte. Su enojo se incrementaba como si él estuviera advirtiendo sobre la invasión de un ejército diciendo: “La última Hora vendrá en cualquier momento de la mañana o la tarde”. Solía decir también: “La Hora final y yo hemos sido enviados como estos dos”, y juntaba sus dedos índice y medio. Y solía decir: “En verdad, la mejor palabra es el Libro de Allah y la mejor Guía es la Guía de Muhámmad, y los peores asuntos en religión son los inventados, todo asunto inventado (en la religión) es un desvío y todo desvío lleva al Infierno.[2]
– Siempre empezaba un sermón con alabanzas a Allah.
– Solía enseñarle a sus compañeros un comienzo para cada sermón: “La alabanza sea para Allah, lo alabamos, buscamos Su ayuda y pedimos Su perdón. Buscamos refugio en Allah del mal que existe en nosotros mismos y de nuestras malas acciones. A quien Allah guía, nadie lo puede desviar y a quien Allah abandona, nadie lo puede guiar. Atestiguo que no hay divinidad sino Allah y que Muhámmad es Su servidor y mensajero”. Luego recitaba estos tres versículos del Corán:
“¡Oh, creyentes! Temed a Allah como es debido y no muráis sino sometidos a Él”.[3]
“¡Oh, humanos! Temed a vuestro Señor Quien os ha creado a partir de un solo ser, del que creó a su cónyuge e hizo descender de ambos muchos hombres y mujeres. Temed a Allah, en Cuyo nombre os reclamáis vuestros derechos, y respetad los lazos de parentesco. Por cierto que Allah os observa”.[4]
“¡Oh, creyentes! Temed a Allah, y hablad sólo con la verdad. Él hará prosperar vuestras obras y perdonará vuestros pecados. Sabed que quien obedece a Allah y a Su Mensajero obtendrá un triunfo grandioso”.[5]
Solía enseñar a sus compañeros la oración para pedir el bien istijaarah (dejando los asuntos en manos de Allah) en todos los asuntos dándole la misma importancia que le daba a enseñarles una surah del Corán. Dijo: “Cuando uno de ustedes tenga la intención de hacer algo, que ore dos rak`at además de la oración obligatoria y que luego diga: “Allaahumma inni astajiruka bi`ilmika wa astaqdiruka biqudratika wa as'aluka min fadhlikal-`adim. Fa'innaka taqdiru wa la aqdiru wa ta`lamu wa la a`lamu wa anta `allaamul-ghuiub. Allaahumma in kunta ta`lamu anna haadhal amra - jairun li fi dini wa ma`aashi wa `aaqibati amri, faqdurhu li wa iassirhu li, zumma baarik li fih. Wa in kunta ta`lamu anna haadhal-amra sharrun li fi dini wa ma'aashi wa `aaqibati 'amri, fasrifhu `anni wasrifni `anhu waqdur li al-jaira hayzu kaana, zumm ardhini bih.” (Si alguno de vosotros le aqueja algún asunto entonces que realice dos raka’at voluntarias, no las oraciones obligatorias (sino luego de ellas) después que diga: Oh Allah te pido el bien de lo que Tú tienes conocimiento ¡Oh Allah!, por cierto que te consulto porque Tuyo es el conocimiento y el poder. Busco fortaleza y ruego Tu inmenso favor, porque ciertamente Tú puedes y yo no puedo, Tu sabes y yo no sé, Tu eres el Conocedor de lo Oculto. ¡Oh Allah! Si Tú conoces que este asunto… ( y pronuncia su necesidad, asunto o problema) es bueno para mí, para mi Din, mi vida y mi muerte, entonces decrétalo, facilítamelo y bendíceme con ello. (En cambio) Si Tú conoces que este asunto será un mal para mí, para mi Din, para mi vida y mi muerte, entonces aléjalo de mí y decreta para mí lo que es bueno dondequiera que sea, y hazme quedar satisfecho con ello.