Las enseñanzas del Profeta r sobre saludar y pedir permiso[1]
– Era de sus enseñanzas saludar a la gente cuando llegaba y despedirse al irse. Enseñó a difundir el saludo “As-salaamu `alaikum” (La paz sea contigo).
– Dijo: “Los jóvenes deben saludar a los más ancianos, el que pasa debe saludar al que está sentado, el que va montado debe saludar al que va a pie y el grupo más pequeño debe saludar al grupo más grande”.[2]
Era el primero en saludar a quien se encontrara, y cuando alguien lo saludaba él inmediatamente contestaba con un saludo similar o mejor, a menos que no hubiera razón para hacerlo, tal como durante una oración o cuando estaba dentro del baño.
– Tenía la costumbre de comenzar el saludo diciendo: “As-salaamu `alaikum wa rahmatullaah”. A él no le gustaba empezar con: “Alaikas-salam”, sino que respondía a un saludo de un musulmán diciendo: “Wa`alaikas-salam” (y que sobre ti sea la paz).
– Cuando saludaba a un gran número de personas y su saludo no era oído, lo repetía tres veces.
– Enseñó que quien entraba a una mezquita debería hacer primero que nada dos rak`at de oración para saludar a la mezquita antes incluso de saludar a las personas.
– No contestaba a un saludo con su mano, con su cabeza o con su dedo excepto durante la oración, cuando contestaba con una señal.
– Cuando pasaba junto a los niños los saludaba, y si pasaba junto a un grupo de mujeres las saludaba. Sus compañeros pasaban al lado de una mujer anciana luego de la oración del viernes y la saludaban.
– Solía enviar sus saludos a alguien ausente y transmitir los saludos de otros. Y cuando alguien traía un saludo él respondía: “Y también para quien lo transmitió”.
– Fue preguntado: “Cuando un hombre se encuentra a su hermano musulmán ¿debe inclinarse ante él? Él contestó r: “No”. Le fue preguntado: “¿Debe besarlo? Dijo: “No”. Le preguntaron: “¿Debe estrechar su mano?” Respondió: “Si”.
– Nunca sorprendía a su familia entrando inadvertidamente como si desconfiara de ellos. Sino que saludaba y preguntaba por ellos.
– Cuando entraba donde su familia por la noche los saludaba de forma que él pudiera ser oído por aquellos que estuvieran despiertos pero que no despertara a los que estuviesen dormidos.[3]
– Cuando pedía permiso para entrar y era preguntado: “¿Quién es?”, solía responder con su nombre completo o su apodo, pero no decía: “Soy yo”.
– Tenía la costumbre de pedir permiso tres veces, y si no oía una respuesta afirmativa se iba.
– Solía enseñar a sus compañeros a saludar antes de pedir permiso para entrar.
– Cuando llegaba a la casa de alguien no se paraba de frente a la puerta sino que esperaba en su esquina derecha o izquierda. Él decía: “El permiso [para entrar] fue ordenado debido (a la obligación de preservar) la vista (de la intimidad de la gente)”.[4]