– Las enseñanzas del Profeta r en los funerales fue completa. Ello incluía el buen trato a los fallecidos, sus familiares y parientes. Tal cuidado da inicio tan pronto como se visita a la persona agonizante, recordándole del Más Allá, aconsejándole que escriba su testamento y que se arrepienta de sus faltas, y pidiéndole a aquellos a su lado que lo alienten a recitar su testimonio de fe: “La ilaaha ill-Allah” (No hay dios sino Allah), para que estas sean sus últimas palabras.
– De toda la humanidad, el Profeta r era el más complacido con Allah acerca de Su decreto, expresando la mayor alabanza por Él. Lloró por la muerte de su hijo, Ibrahim, por misericordia y por compasión hacia su hijo. Pero su corazón estaba lleno de aceptación y gratitud hacia Allah y su lengua estaba ocupada con alabanza. Dijo r: “Los ojos derraman lágrimas y el corazón está lleno de pesar, pero decimos solamente aquello que complace al Señor”.
– Él prohibió golpearse las mejillas y gritar a causa de una muerte.
– Fue estipulado en sus enseñanzas apurar la preparación del fallecido para encontrarse con su Creador, bañarlo y amortajarlo en prendas blancas.
– Fue estipulado en sus enseñanzas cubrir el rostro y el cuerpo del fallecido y cerrar sus ojos.
– En ocasiones él besaba al fallecido.
– Ordenó que el fallecido fuera bañado tres, cinco o más veces, usando alcanfor en el lavado final.
– No bañaba a un mártir muerto en una batalla. Solía remover el cuero y el metal de los mártires y los enterraba con sus ropas sin ofrecer una oración fúnebre por ellos.
– Ordenaba que un fallecido en ihrám[2] fuera bañado con agua y sidr (hojas de loto de suelo), y fuera amortajado con las prendas de su ihraam. Prohibió perfumarlo o cubrir su cabeza.
– Ordenó que el responsable del fallecido proveyera una mortaja blanca decente, advirtiendo en contra de la extravagancia al escoger la mortaja.
– Si la mortaja no era suficiente para cubrir todo el cuerpo, él r cubría la cabeza y ponía una palma sobre las piernas.
– Solía orar por el fallecido fuera de la mezquita, aunque tambien podía hacerlo en la mezquita igualmente, pero esa no era su práctica usual.
– Cuando un cuerpo era llevado ante él, preguntaba: “¿Dejó alguna deuda?”[4]. No hacía la oración fúnebre por aquellos que habían muerto dejando deudas sino que le decía a sus compañeros que ofrecieran la oración por él. A pesar de esto, cuando Allah le concedió riqueza él ofreció una oración fúnebre por las personas que habían muerto con deudas y pagó sus deudas, dejando su propiedad para los herederos.
– Empezaba la oración fúnebre diciendo: “Aláhu akbar”, alabando a Allah, glorificándolo y suplicando. Solía decir: “Aláhu akbar” cuatro o cinco veces.
– Urgía a la gente a orar sinceramente por lo fallecidos. Algunas de sus súplicas eran: “Allaahumm-aghfir lihaiina wa maiitina wa saghirina wa kabirina wa dhakarina wa unzaana. Allaahumma man ahiaitahu minna fa-ahihi 'alal-Islam, wa man tawafaitahu minna fatawafahu 'alal-iman. Allaahumma la tahrimna ayrahu wa la taftinna ba`dah.” (Oh Allah, perdona a nuestros vivos, a nuestros muertos, a nuestros jóvenes, a nuestros ancianos, a nuestros hombres, a nuestras mujeres. Oh Allah, a quien mantengas con vida entre nosotros, que sea en el Islam, y a quien le des la muerte, que muera en la fe. Oh Allah, no nos prives de la recompensa por perderlo, y no nos sujetes a juicio por su causa.)[5] Otra de sus súplicas es la siguiente: “Allaahumm-aghfir lahu warhamhu wa`fihi wa`fu `anhu wa akrim nuzulahu wa wassi` madjalahu waghsilhu bil maa'i waz-zalyi wal-barad. Wa naqihi minal-jataaia kama iunaqaz-zawbul-abyadhu mina-ddanas. Wa abdilhu daaran jairan min daarihi wa ahlan jairan min ahlihi wa zauyan jairan min zauyihi wa qihi fitnatal-qabri wa adhab an-naar.” (Oh Allah, perdónalo, ten misericordia de él, purifícalo, perdónalo, sé generoso con él, causa que su entrada sea ancha y confortable, lávalo con agua, nieve y granizo. Y purifícalo de los pecados como una prensa blanca es lavada para limpiarle la tierra. Compénsalo con un hogar mejor que su hogar [terrenal], compañeros mejores que sus compañeros y un cónyuge mejor que su cónyuge, y protégelo de la prueba de la tumba y el tormento del Fuego del Infierno.)[6]
– Solía ponerse de pie para la oración frente a la cabeza de un hombre fallecido y frente a la cintura de una mujer fallecida.
– Hizo la oración fúnebre por un niño, pero no la ofrecía por una persona que había cometido suicidio o por alguien que había hecho trampa al tomar botines de guerra.
– Hizo la oración fúnebre por la mujer que fue lapidada.[7]
– Ofreció la oración por el Nayashi en ausencia como lo hacía por una persona fallecida, pero no la ofreció por todos los que fallecieron estando lejos.
– Si faltaba a una oración fúnebre, luego oraría frente a la tumba.
– Luego de ofrecer la oración por el fallecido, el Profeta r acompañaba el cuerpo hasta el cementerio caminando delante de él. Si estaba montando, iría detrás del cuerpo, pero si estaba caminando estaría cerca a este, ya fuera en frente, detrás, a la izquierda o la derecha de él. Solía ordenar que se apresuraran en la procesión fúnebre.
– No se sentaba antes de que el cuerpo fuera bajado y puesto en su sitio.
– Le ordenaba a sus compañeros que se levantaran ante una procesión fúnebre que estuviese pasando. Pero está correctamente reportado que también permanecía sentado.
– Era parte de sus enseñanzas no enterrar a los muertos al amanecer, a la puesta del sol o al medio día.
– Sus enseñanzas era hacer un nicho para el cuerpo sobre uno de los lados de la tumba y hacer profunda la tumba, ampliando el espacio para la cabeza y los pies.
– Tiraba tres puñados de tierra cerca de la cabeza del fallecido cuando era enterrado.
– Luego del entierro, se ponía de pie ante la tumba orando por los muertos y les ordenaba a sus compañeros que hicieran lo mismo.[9]
– Nunca se sentaba para recitar el Corán en una tumba, ni tampoco le dictaba “La ilaaha ill-Alláh” al fallecido.
– Era de sus enseñanzas no anunciar en voz alta la muerte de una persona eminente [como era la costumbre pre-islámica] y prohibió esta práctica.
– No era parte de sus enseñanzas elevar o construir nada sobre las tumbas, ni cubrirlas con yeso o construir domos sobre ellas.
– Cuando envió a Alí y al Yemen le dijo que destruyera los ídolos y que nivelara las tumbas elevadas. Su propia práctica era nivelar las tumbas elevadas.
– Prohibió enyesar las tumbas, construir o escribir sobre ellas.
– Enseñó a aquellos que quisieran reconocer una tumba que colocaran una piedra sobre ella.
– Prohibió tomar las tumbas como lugares de oración y encender lámparas sobre ellas, y maldijo a quien lo hiciera.
– Prohibió orar hacia las tumbas, y advirtió en contra de hacer de su tumba un sitio de adoración.
– Enseñó que las tumbas no deberían ser maltratadas, pisadas, sentarse sobre ellas, apoyarse en ellas pero tampoco glorificarlas.
– Solía visitar las tumbas de sus compañeros para suplicar por ellos y pedirle a Allah que los perdonara. Su sunnah al visitar las tumbas era decir: “As-salamu alaikum ahl ad-diiari min al-mu’minina wal-muslimina, wa inna in shaa Aláhu bikum lalaahiqun. Nas'al Allaaha lana wa lakumul-‘aafiah.” (Que la paz sea con ustedes, Oh habitantes de este hogar de creyentes y musulmanes. En verdad, nosotros nos uniremos a ustedes, si es el deseo de Allah. Le pedimos a Allah que nos conceda protección de todo mal.)[11]
– Era de sus enseñanzas ofrecer condolencias a la familia del fallecido pero no hacer reuniones especialmente para el propósito de ofrecer condolencias o para recitar el Corán, ya fuera en la tumba o en cualquier otro lugar.
– Era de sus enseñanzas que la familia del fallecido no se le pusiera en la dificultad de tener que servir comida a la gente. Todo lo contrario, la gente debía preparar comida para ellos.