Destaco los más importantes:
Derrota de los selyúcidas del sultanato de Iconium, se apoderaron de Antioquia (1098) y tomaron Jerusalén (1099). Sus conquistas les permitieron crear los estados cristianos siguientes:
El principado de Antioquia, en el norte de Siria, que duró de 1098 a 1268, en que los mamelucos de Egipto lo ocuparon.
El condado de Odessa, al noreste del principado de Antioquia, en la cuenca del Alto Eufrates, que fue fundado el mismo año 1098 y estuvo en manos de los francos cristianos hasta 1146.
El condado de Trípoli, en la zona costera del Líbano, separado del principado en su frontera septentrional por los reductos de la zona montañosa dominados por los asesinos de la secta ismailí; creado en 1102, se perdió en 1288, si bien Trípoli no cayó hasta el año siguiente, y la fortaleza se Tortosa se sostuvo hasta 1291, siendo la ultima plaza que retuvieron los cristianos en Siria ante la reconquista islámica.
El reino de Jerusalén, en Palestina, erigido por Balduino I d Flandes en 1100, tuvo su capital en Jerusalén desde la fecha de su creación hasta 1187. entonces Jerusalén pasó de nuevo a poder de los musulmanes, y la nueva capital cristiana radicó en San Juan de Acre (119-1291), aunque Jerusalén volvió a manos cristianas de 1229 a 144. las últimas plazas cristianas en Siria fueron, de sur a norte, Acre, Tiro, Sidón, Beirut y Tortosa, perdidas todas ellas en el transcurso de 1291.
El reino de isla de Chipre, elegido en 1192, se mantuvo hasta 1498, si bien desde 1427 fue tributario de los mamelucos de Egipto. Y el reino de la pequeña Armenia, fundado en cecilia por los armenios que en 1080 habían huido del demonio saliuqui, se mantuvo en esta región del Asia menor hasta 1375 en que su capital, Sis, cayo en poder de los mamelucos.
La contraofensiva islámica. Todos los estados cristianos creados por los cruzados en Siria, a excepción del condado de Odessa (que fue el primero en perderse), eran costeros, teniendo su principal apoyo en la facilidad de acceso desde el mediterráneo. Pero los musulmanes seguían dominando el interior de Siria y desde Damasco y Alepo podían emprender la contracruzada Del mismo modo que en el occidente cristiano las cruzadas se vieron precedidas de una intensa propaganda religiosa, iniciada por los propios pontífices, también en el mundo musulmán se produjo un fenómeno similar.
La contracruzada Islámica.
Fue, en líneas generales, la contrapartida de la cruzada cristiana. La presencia de los occidentales “infieles” en suelo musulmán desencadeno, entre los pueblos islámicos, una “propaganda “religiosa para echarlos. Ambos movimientos, cristiano e islámico, estaban dirigidos por un ideal religioso común: Librar la “Tierra Santa” del yugo de su infiel usurpador. Ambos movimientos, ha escrito el profesor Atiya, empezaron con palabras de convicción en forma de propaganda y ambos concluyeron con una batalla mortal por la supremacía.
La contracruzada empezó casi con la cruzada, pudiendo considerarse, de hecho, Comenzada con la aparición de una dinastía turca fundada en Alepo por Yanqui y continuada por su hijo Nur al-Din (1146-1173), que fue la conquistadora del condado de Odessa a los cristianos. La propaganda islámica tomo parte muy activa en la lucha, intentando, por todos los medios a su alcance, despertar el interés de los islamitas por los santos lugares, mostrando la necesidad espiritual de conservarlos para el Islam.
Literatura de la Contracruzada.
La literatura religioso-militar que esta actitud hizo aparecer en el mundo musulmán se ha clasificado en tres tipos bien caracterizados :
1.Los libros de peregrinación (Kutub al Ziyarat).
Cuyos autores elaboraron la tesis de que el precepto de la peregrinación no se debía limitar a la Meca y Medina sino que comprendía también la visita a las tumbas de otros profetas de las grandes religiones monoteístas- judaísmo y cristianismo y en especial a Jerusalén, “tercera ciudad” del Islam, Mahoma, según los nuevas exegetas de los siglos XII y XIII. No había denunciado a ninguna de estas dos religiones monoteístas, limitándose a desacreditar y condenar las interpolaciones o elementos corruptivos, introducidos a lo largo de generaciones en los textos santos originales de neta inspiración divina. El musulmán debía, pues entusiasmarse con su religión, que devolvía la primitiva pureza al texto sagrado y “ampliaba” la revelación.
2.Los libros de virtudes (Kutub al-Fadail).
Eran obras destinadas a ponderar y ensalzar las “virtudes” de la “tierra santa” y de los países musulmanes en general. Escritas en estilo persuasivo y exaltado, para inflamar el celo de los espíritus creyentes contra la agresión de que el Islam había sido objeto por parte de los cristianos, tendían a mostrar que los judíos medineses habían sido desterrados de la ciudad. En los primeros de la hégira, para que la tierra santificada por el profeta no fuera pisada por los infieles, y que tampoco los cristianos debían ser soportados en Palestina, puesto que Mahoma considero santa esta tierra.
3.Los Libros de táctica militar (Kutub al-Jihad).
Constituyeron, con sus enseñanzas del arte de la guerra, el complemento indispensable de los anteriores. Fueron numerosos y muy bien estructurados. Unos trataban de mostrar que la “guerra santa” o Jihad se hallaba preceptuada, constituyendo uno de los principios de la jurisprudencia islámica. Otros informaban sobre las características de esta guerra, deteniéndose en explicar las técnicas de combate, el orden de batallar, los instrumentos bélicos y armas con el uso de unos y otras, el arte de montar a caballo, etc., convirtiéndose tales libros en una fuente de primer orden para estudiar el arte oriental de la guerra en la Baja Edad Media.
Progresos de la contracruzada
Luego que la dinastía turca fundada en Alepo por Yanqui hubo recuperado Odessa de los cruzados, surgió una de las figuras mas representativas del espíritu de contracruzada: Saladito (1169-1193), fundador de la dinastía ayubí, de origen curdo. Saladito fue quien, después de haber destrozado en 1171 al último califa fatimí de Egipto. Al-Adid (1160-1171). Logro apoderarse de este país, proclamo su independencia en 1174, obtuvo el mando de la Siria musulmana, y sometió Jerusalén (1187), ocupando la mayor parte del reino cristiano en Palestina (1189) y fundando el reino de los Ayubitas que se extendía a su muerte, desde Amida (en el Tigris) hasta Barca, en el norte de África.
La caída de Jerusalén y de la mayor parte de Siria en poder de los ayuditas a excepción de Antioquia, Trípoli y Tiro provocó en Occidente la reacción de una nueva cruzada que logro recuperar San Juan de Acre (1191) y otras ciudades del litoral, convirtiendo aquella en capital del reino palestinense.